EA, Escuela Abierta, 2019 22, 29-38
Saneleuterio, E. y López-García-Torres, R. | 31
2. MARCO TEÓRICO
En la actualidad es ampliamente admitido que el fin último de la educación es el desarrollo integral de la persona.
“La expresión educación integral, aunque puede interpretarse en sentidos muy variados, todos ellos incluyen el
concepto de totalidad: la educación del hombre completo, de todas y cada una de sus facultades y dimensiones”
(Gervilla, 2000, p. 41). Observamos, pues, que la educación integral se encuentra básicamente vinculada a la esen-
cia de la persona, sujeto de la educación.
Nuestro modelo axiológico de educación integral asume la definición de persona del profesor Gervilla (2008, p.
64): “Animal de inteligencia emocional, singular y libre en sus decisiones, de naturaleza abierta o relacional, en
el espacio y en el tiempo”. Esta concepción de persona y los valores que es capaz de generar constituyen una es-
tructuración categorial que nos permite detectar la presencia o ausencia de ciertos valores en cualquier modelo
educativo, proyecto, reglamento de centro o ley, así como la importancia otorgada a cada una de las categorías.
Uno de los valores más desatendidos en los planes educativos son los estéticos, que suelen concentrarse casi ex-
clusivamente en las áreas artísticas o en la educación literaria. Precisamente una de las subcategorías incluidas en
los valores estéticos serían los literarios, cuya atención a menudo se halla vinculada al potenciamiento simultáneo
de otros valores que conformarían el modelo de educación integral referido (Fraga, 2005; Tejerina y Echevarría,
2007). Si nos damos cuenta, la literatura infantil y juvenil (LIJ) no solo está vinculada a la lengua y a la literatura:
[…] además está relacionada con otras áreas como Conocimiento del Medio, Educación Artística, Matemáticas,
Formación Religiosa, Ética o, incluso, con Educación Física. Son, pues, obras que tienen una finalidad educativa
evidente, o, al menos de este modo se intentan presentar y obras que al mismo tiempo deben incluir unos valores
literarios de los que en ocasiones carecen. (Llorens, 2000, p. 1)
No en pocas ocasiones se ha hablado de la literatura y sus valores como fuente importante de la educación, capaz
de desarrollar en los niños y jóvenes actitudes ante la vida. Es cierto que el cuento tiene un valor educativo (Martí,
2004; Huertas, 2006) que puede ser aprovechado legítimamente, pero no debemos nunca olvidar su función prin-
cipal: convertirse en fuente de placer estético para el lector.
No se pueden desatender, en la elección de obras literarias para la escuela, los valores literarios que en ellas debe-
rían contenerse; es decir, la presencia en un libro infantil de ciertos valores no justifica per se que el docente haga
pasar como literarios textos que no lo son, tal y como vienen advirtiendo los especialistas desde hace décadas
(Cerrillo, 1996; Sánchez Corral, 1995). Rodríguez y Gutiérrez (2013) van incluso más allá e insisten en el peligro
de la instrumentalización de la obra literaria.
Los valores literarios pueden definirse como “las conjugaciones del aspecto estético con el lingüístico” (Saneleu-
terio y López-García-Torres, 2017, p. 344). Sobre ellos, junto con sus facetas social y ética, se asienta la educación
literaria, que busca principalmente enseñar a apreciar el valor literario en un texto, es decir, encontrar “relaciones
entre su forma y su contenido, tanto denotativo como connotativo, las cuales, además de ser capaces de emanar
belleza, provocando experiencias de deleite, presentan la virtud de actualizarse de manera personalizada” (Sane-
leuterio y López-García-Torres, 2017, p. 344).
Una obra desprovista de lenguaje literario difícilmente puede transmitir los valores estéticos contenidos en el blo-
que 5 del currículo, cuya cuantificación evidencia el presente artículo. Sobre ello se ha investigado mucho (Cerrillo
y Yubero, 1996; González y Nieto, 2001; Nieto y González, 2002; Etxaniz, 2008). Sin embargo, cabe hacer hincapié
en que la sola presencia de valores estéticos en una obra literaria no garantiza una adecuada educación del gusto